Dicen que los perros se parecen a sus dueños. Es una afirmación bastante común y no tenemos más que fijarnos en personas que conocemos o que, simplemente, nos cruzamos por la calle para darnos cuenta si se cumple esta hipótesis.

¿Pero está comprobado por la ciencia?
  • Al igual que los humanos, las mascotas tienen diferentes estilos o actitudes. Y no es una coincidencia que elijamos una mascota que se adapte mejor a nuestro estilo de vida. Dependerá si somos extrovertidos, tímidos, sociables, románticos, etc.
  • Somos más felices con personas con calidez similar, y que tengan una personalidad parecida a la nuestra. Por esto no es extraño que busquemos mascotas que nos hagan sentir cómodos con nosotros mismos. Si llevamos una vida movida y llena de actividades buscaremos un perro que nos acompañe y se sienta cómodo con ese nivel de vida.
  • En la convivencia entre persona y mascota también irá influyendo el adiestramiento o educación que le demos y aquellas interacciones cotidianas que determinen nuestro estilo de vida. Con el tiempo, en cierto modo, los perros adoptan la personalidad de sus dueños a medida que se van adaptando a su costumbres. Existen casos en donde si el humano sufre ansiedad su perro también comenzará a sentirla.
  • Diferentes estudios muestran que, en general, nosotros mismos percibimos a nuestros perros con una personalidad muy similar a la nuestra. Por ejemplo, las personas neuróticas consideran a sus perros muy neuróticos. Y también los familiares y amigos cercanos, que conocen a la persona y a su perro, perciben similitudes entre ellos a nivel de personalidad. Según este concepto, el parecido es resultado de la percepción.
  • Por lo tanto, podemos concluir que hay una elevada probabilidad de que nuestro perro se parezca a nosotros, y viceversa, aunque en realidad esto se debe en la mayoría de los casos a esa afinidad que buscamos a la hora de relacionarnos, tanto con las personas como también con nuestras mascotas.